Miles de personas se movilizaron el 30 de noviembre de 1994 al aeropuerto de Cevil Pozo para ver el enorme avión Antonov que llegaba desde Bolonia. Traía 90.000 kilos de maquinaria pesada para el montaje de una planta piloto para la Embotelladora Noroeste.

La enorme máquina de 260 toneladas planeó a las 9.45 como una hoja de otoño y se recostó sobre la pista donde los espectadores lo recibieron como a un ídolo deportivo.

La aeroestación estaba congestionada. Había largas colas de vehículos en el ingreso. La gente había dejado sus trabajos y se apostó con sus familias a fotografiar y filmar el aparato. Incluso el gobernador Ramón Ortega estuvo presente, junto a funcionarios del Poder Ejecutivo, y subió al interior. Aprovechó para destacar que el aterrizaje de este avión demostraba la operatividad del aeropuerto.

Muchos trataron de lanzarse por la pista para tocar el coloso y en cuyo interior podrían entrar cuatro aviones Hércules con sus alas desmontradas. La trompa del avión se abrió y comenzó la descarga, que demoró seis horas. En 10 camiones se llevaron todo el material. Años después, en 2019, vendría otro Antonov para traer maquinaria para El Bracho, pero ya no hubo acceso al público. El ataque a las Torres Gemelas en 2001 generó estrictos protocolos de seguridad en los aeropuertos del mundo.

Recuerdos fotográficos: la divertida visita de Duke Ellington a Tucumán en 1968

En aquel inocente 1994, la visita había sido anunciada y esperada desde muy temprano. LA GACETA tituló su nota con el comentario del niño Gonzalo Cifre, de 4 años: “Es un panzón grandote con alas”.